LLORA UNA NIĆA, MUY TRISTE
Era Romeral sĆ³lo una parte de un gran latifundio; uno que abarcaba todo Hijuelas. El amo y seƱor de estas tierras, hombre de inmensa fortuna; tenĆa una hija maravillosa. NiƱa mimada y consentida, era en cuerpo y alma, una mujer. Entonces el interĆ©s de los nobles amigos de la familia por casarse con ese primor crecĆa dĆa a dĆa; pero ella los rechazaba. Esto hacĆa que el padre se pusiera nervioso, pero tambiĆ©n sintiera orgullo del carĆ”cter de la hija.
Se sentĆa seguro de su independencia, Ć©l podĆa salir en viaje de negocios a la capital y ella permanecĆa en casa, sin requerir mĆ”s que de la vieja sirvienta mestiza que la acompaƱaba. Pero un hecho vino a cambiarlo todo, en una ocasiĆ³n este seƱor, debĆa viajar a Santiago; pero una crecida del Aconcagua, con piedras y aguas lodosas, impidiĆ³ que continuara su viaje debiendo regresar a casa; y ahĆ, con asombro, presencia un gesto de amor entre su retoƱo y un joven y pobre peĆ³n. Hirviendo de rabia le exigiĆ³ a su hija que le explicara lo que estaba sucediendo:
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Lo amo, le dijo.
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DejarƔs todo y te enviarƩ a Europa.
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Ya no puedo, espero un hijo de Juvencio.
El hombre montĆ³ en cĆ³lera y llevĆ³ a su hija hasta su despacho y obligĆ”ndola a que se arrodillara, le descerrajĆ³ un tiro, matĆ”ndola inmediatamente. Lo mismo hizo con el amante, para luego hacer que los perros se los comieran; a las orillas del Aconcagua, en un gran bosque ya inexistente.
Es por eso que en las primeras crecidas del rĆo Aconcagua, se puede oĆr flotando en la corriente, el llanto de la niƱa triste; que queriendo ser mujer de pobre, pagĆ³ con su vida los sentimientos que la alaban. El joven era un Ć”rbol que se lo llevĆ³ el rĆo.