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LA VIEJA DE LOS TACOS

Hace algunos años atrás, para ser más exactos, en la década de los años sesenta en el barrio centro de Hijuelas, entre los paraderos 6 y 13, todos los habitantes vivimos sobrecogidos por los cuentos que corrían de vecino en vecino, derivados del golpe de unos tacos altos de mujer que resonaban en la calle solitaria y oscura del sector.

 

Esta dama nos obligó durante un tiempo a acostarnos apenas oscurecía y cerrar muy bien las puertas y ventanas; pero aunque así lo hiciéramos no podíamos evitar el terror que nos causaba, ya que niños, jóvenes y viejos, noche a noche tapados hasta las orejas, acurrucados en las camas tratábamos de permanecer despiertos hasta las 12 de la noche, la hora justa en que se sentían los tacos de una mujer que caminaba rápidamente y cuyo taconeo hacía eco en el silencio de la noche.

 

Un señor, una noche la esperó junto a la ventana hasta después de medianoche, hora en que oyó el taconeo que se aproximaba a la casa. Al sentirla frente a la ventana, se asomó y en ese mismo instante el taconeo se detuvo, solo sintió el ruido de los grillos y el silencio profundo de la noche. Lo extraño fue que al cerrar él la ventana, el taconeo siguió a lo largo de la calle, al sector donde terminaba su caminata.

 

Muchos vecinos del sector alguna noche la sintieron pasar, pero nadie la veía, solo se sentía el tac-tac de sus tacos que recorrían la calle principal, siempre después de medianoche, sin importar el frío o la lluvia de invierno.

 

Contaba un vecino que una noche en que ladraban mucho los perros, se levantó a mirar su carretela que había quedado cargada en la calle, se encontraba revisando la carga, cuando lo sorprendió el taconeo, se dio vuelta y en medio de la calle vio a una dama de negro a la cual le resplandecía la cara, el trató de hablar, pero un ¡Ave María Purísima! apenas salió de su boca. No había terminado de decirlo, cuando la dama desapareció en la noche y el taconeo se alejó.

 

También se supo en aquel entonces, de un grupo de jóvenes del Club Deportivo Argentina, que al regresar una noche de reunión, a la altura del paradero de Calle Nueva, sintieron el taconeo de una mujer que iba como una cuadra adelante, apresuraron el pedaleo de sus bicicletas y la alcanzaron, pero para su sorpresa no había nadie, y el taconeo les dio una correteada hasta las mismas casas.

 

También se dijo que simplemente era el ánima de la señorita del sombrero y tacos que se desplazaba en las noches a cuidar a sus ancianos, solitarios y enfermos parientes.

 

Lo cierto, es que, cosa extraña, después de morir los ancianos, “La Vieja de los Tacos” ya no pasó más con sus tacones rompiendo el silencio de las noches invernales del barrio centro de Hijuelas.

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