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    PROCESIÓN

 

Se llevaba a cabo el rito de trasladar a las imágenes sagradas – en este caso la virgen regalada por el Marqués de Azúa al cacique Marillanca - de templo en templo - ahora desde la capilla de Petorquita a la iglesia de Hijuelas en procesión.

 

Fue subida en una carreta engalanada con flores, acompañada por sus más devotos fieles, es decir, casi todo el pueblo, incluyendo enfermos y personas con impedimentos físicos, que a pesar del dolor, emprendieron la caminata.

 

Al llegar a la iglesia de Hijuelas y tratar de bajarla, grande fue su sorpresa, pues no pudieron hacerlo, había adquirido un peso extraordinario, diez de los hombres más fuertes que la acompañaban trataron de hacerlo, pero les fue imposible.

 

La procesión debió volver a Petorquita y al llegar a la capilla, un descendiente del cacique Marillanca y dos personas más la bajaron sin esfuerzo alguno.

 

Esto se consideró un milagro, ya que la virgen, desde que llegó a Chile fue venerada e idolatrada por los indios,  sus primeros y únicos  guardianes en la fe.

 

El pueblo siente que el amor de la virgen es tan profundo y fuerte, que le es imposible separarse físicamente de sus fieles.

 

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